El Trabajo
El hombre es capaz de trabajar. Se trata de una actividad consciente, guiada por algún objetivo, que integra procesos intelectuales y corporales, orientados a la transformación del ambiente natural y social. Como actividad, el trabajo revela al hombre, pues supone capacidad intelectual y voluntad, relación de fines y medios e integración de necesidad y creatividad
A través del trabajo, el hombre accede a los bienes que permitan la satisfacción de sus necesidades. En la obra que produce, imprime las huellas de su presencia. El trabajo mismo contribuye al enriquecimiento físico y espiritual de su autor; por su intermedio, transciende a la naturaleza, hace gala de capacidad creadora y tiene mayor dominio de su ambiente.
El trabajo expresa y dignifica al hombre. Por humilde que sea el tipo de trabajo que uno realice, pone en ejercicio a todas sus capacidades personales. En él, descubre otros significados y nuevas posibilidades para su vida. Desde él, surgen relaciones con las cosas y con otras personas.
Al trabajo, se le considera como deber y como derecho: como deber, estamos obligados a trabajar para sustentarnos. Todos los hombres tenemos el deber de trabajar. En el trabajo, la persona ejerce una parte de las capacidades inscritas en su naturaleza. En el trabajo, la persona se perfecciona, adquiere virtudes.
También es un derecho. Nadie puede ser impedido de acceder al trabajo. “El valor del trabajo pertenece al hombre mismo. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo”. Como derecho, nadie nos debe impedir el ejercicio del mismo.
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